La falta de divulgación sobre la relevancia de este patrimonio de la humanidad pone en riesgo la pérdida del mismo
Hace 13 años, la UNESCO reconoció a San Antonio de la Cal, en el municipio de Tolimán, como patrimonio mundial, por ser considerado un lugar de memoria y tradiciones vivas de la cultura Otomí-Chichimeca; no obstante, a la fecha no cuenta ni siquiera con un letrero que indique su valor histórico y cultural, lamentó el profesor Gerardo Ayala.
La falta de divulgación sobre la relevancia de este patrimonio de la humanidad pone en riesgo la pérdida del mismo, ya que los visitantes que llegan a puntos turísticos cercanos irrespetan el sitio, afirmó. Consideró que esta zona está abandonada por descuido y falta de voluntad, ya que únicamente se han potenciado los espacios naturales y culturales del estado con miras a obtener un aprovechamiento económico.
En la cultura Otomí, el peñasco ubicado en Bernal es un sitio sagrado, por lo que también lamentó que no se garantice la salvaguarda de este monolito, cuyo reconocimiento es mayormente turístico y de atracción para quienes practican deportes de riesgo.