📸 Fotos| María Díaz
Desde la década de los sesenta, Don Eustacio Ramírez, junto con su esposa Florencia Gutiérrez, originarios de San Martín, Colón, comenzaron a trabajar con prendas de lana natural extraída del borrego, marcando el inicio de una tradición que hoy continúa en manos de su hija Elia Ramírez y su nieta Lucero Merino. Juntas, han dado un giro innovador al legado de Don Eustacio, creando el taller El Jardín Canto del Cenzontle, con el que han logrado llevar sus creaciones a pasarelas y exposiciones.
Un pequeño oficio familiar
Fue en 1965 cuando Don Eustacio, influenciado por una misión cultural proveniente de Querétaro, empezó a aprender diferentes oficios, entre ellos la elaboración de prendas de lana. Al principio, Florencia su esposa, recuerda cómo compraban la lana en los ranchos cercanos y la transportaban en bicicleta hasta su hogar, donde la toda la familia se encarga de limpiarla, y cardarla para su posterior tejido.
Lana natural
Los primeros productos de Don Eustacio fueron jorongos y cobijas de lana natural, que él mismo tejía en su telar. Estas piezas se vendían en su comunidad y en las localidades cercanas, siempre acompañadas de la tradicional greca en forma de T, un diseño que representa la esencia de su trabajo. A pesar de las dificultades del comienzo, la familia forjó un vínculo inseparable con este arte, un recuerdo que perdura en las historias familiares. “Todavía conservo un jorongo que me hizo mi esposo hace años”, comentó.
Continuar el legado
De sus nueve hijos, Elia Ramírez fue quien decidió continuar el legado de su padre. Desde pequeña, recuerda cómo su madre le trenzaba el cabello con hilos de lana de colores, una costumbre que marcó su infancia. A los diez años, Elia empezó a involucrarse en la creación de prendas de lana, y en 2022, motivada por el deseo de preservar este arte familiar, retomó el oficio de su padre bajo el nombre de El Jardín Canto del Cenzontle. Junto con su hija Lucero Merino, se han dedicado a rescatar y modernizar las técnicas de sus ancestros, sin perder la esencia del trabajo artesanal que caracteriza a la familia Ramírez Gutiérrez.
El taller se distingue por el uso de lana natural, que proviene de borregos en colores negro, blanco y gris en conos, adquirida en Coroneo, Guanajuato. El proceso de elaboración sigue siendo artesanal y pasa por una serie de pasos meticulosos: se limpia, se seca, se hila y se teje a mano, respetando las técnicas ancestrales. Elia y Lucero también se han destacado por promover el respeto al medio ambiente, al usar lana biodegradable que contribuye a la conservación del entorno natural.

Diseño
Aunque conservan los diseños tradicionales, como las grecas y el macramé, también han innovado en la adquisición de una lana más delgada, que atrae a nuevas generaciones que buscan piezas menos pesadas. Lucero, la hija de Elia, ha añadido un toque contemporáneo a las prendas, incorporando detalles como pedrería y perlas, inspirada en capacitaciones y colaboraciones que han tenido con diversos diseñadores y marcas nacionales e internacionales, como la marca Prada.
Entre las piezas que manejan actualmente se encuentran jorongos, sarapes y ponchos en diversos tamaños. Además, Elia Ramírez, mencionó que están trabajando en el diseño de una prenda estilo peruana, combinada con detalles de crochet. En sus creaciones destacan los tres colores naturales de la lana: negro, gris y blanco. Señaló que el tiempo de elaboración de cada pieza puede variar, pero algunos diseños les pueden llevar hasta tres semanas.
A través de sus pasarelas y exhibiciones, han llevado su trabajo más allá de las fronteras de su comunidad, logrando incluso presentar sus productos en Chicago, donde el reconocimiento de su arte fue una experiencia memorable.
Muñeca Agripina
Además de su labor en textiles, Elia y Lucero han colaborado con el gobierno estatal en la creación de una muñeca artesanal representativa del municipio de Colón. Esta muñeca, llamada Agripina Montes Valdelamar, simboliza la tradición local, cuenta con tres vestimentas y se encuentra exhibida en el Centro Cultural de las Artes en Querétaro.
Raíces de Jardín

En el Jardín Canto del Cenzontle, no solo buscan conservar la tradición familiar, sino también inspirar a las nuevas generaciones a valorar y continuar con este oficio. “Cada prenda que elaboramos no solo es un reflejo de nuestra tradición, sino también un mensaje de que nuestras raíces siguen vivas», concluye Elia. Es así que, la familia Ramírez continúa demostrando que el arte ancestral puede renovarse y mantenerse vivo, no solo como un producto, sino como una forma de preservar la identidad cultural de la comunidad San Martín, Colón.