TEXTO| Mextli Moreno/Gaby Hernández
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, miles de mujeres saldrán a protestar en contra del incremento de la violencia que se ha reportado a nivel nacional. En el estado de Querétaro, diversas colectivas han convocado para salir a las calles, ya que el número de feminicidios, homicidios y lesiones en contra de las mujeres van en aumento. Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el 2022 hubo un total de 12 feminicidios, una cifra superior hasta en un 25 por ciento respecto a los 9 que se reportaron durante el 2021.
En ese mismo año, el estado obtuvo el sexto lugar a nivel nacional por contar con uno de los mayores reportes de mujeres víctimas de lesiones, ya que se iniciaron un total de mil 885 carpetas de investigación, es decir una tasa de 157 lesiones por cada 100 mil mujeres; incluso se reportaron un total 11 mujeres víctimas de homicidio doloso y 54 mujeres víctimas de homicidio culposo.
En cambio, durante el mes de enero, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró un total de 147 carpetas de investigación iniciadas por el delito de lesiones dolosas en contra de mujeres. Además, se registró una mujer víctima de homicidio doloso, es decir 0.08 por cada 100 mil mujeres; 4 mujeres víctimas de homicidio culposo y 6 víctimas de extorsión.
Aunado a esto, el Centro de Atención de llamadas de Emergencia reportó un total de 32 llamadas relacionadas al acoso y hostigamiento sexual, por lo que el estado se posicionó en el noveno lugar a nivel nacional y el quinto respecto a las 1.33 llamadas que se registraron por cada 100 mil habitantes.
Para la activista y abogada Maricruz Ocampo, estas cifras son reflejo del debilitamiento de instancias que deberían ser robustecidas para dar acompañamiento a las víctimas de violencia machista, en particular del Instituto Queretano de las Mujeres. La falta de personal capacitado afecta de manera directa a quienes acuden a esta institución por ayuda, ya que los análisis de riesgo en torno a los casos de violencia que son referidos al IQM no son debidamente ejecutados.
«Hacía mucho tiempo que nos estábamos tan mal, los números que estamos viviendo en Querétaro reflejan que nuestra realidad realmente no han mejorado sino que va de mal en peor, cuando vemos que el año pasado tuvimos el mayor número de feminicidios», lamentó Maricruz Ocampo.
Todo esto pone en riesgo a las mujeres y en particular a quienes viven la violencia, en cualquiera de sus modalidades. Landa de Matamoros se ha convertido en el ejemplo claro de esto, al ser una zona con poco personal para la atención a las víctimas de violencia de género; el municipio acumula cuatro casos de feminicidios y homicidios de mujeres, ocurridos entre 2022 y el transcurso del 2023. Además de las carencias en la cadena de atención desde las instancias gubernamentales, otro de los factores que vulnera a las mujeres, es que la forma de violencia más común es de tipo psicológico, lo que dificulta la presentación formal de las denuncias.
Reaprender a caminar: el caso de Abigail
Las consecuencias físicas y mentales para quienes conviven con sus agresores son diversas. En el caso de Abigail, quien por más de ocho años sufrió violencia por parte de su pareja y padre de sus hijos, esta experiencia le impedía incluso caminar sola por la calle. A los 16 años de edad conoció a José Manuel. Una prima suya los presentó; estudiaban en preparatorias distintas, pero José Manuel solicitó su cambio para estudiar en la misma escuela y en el mismo salón que Abi. Este gesto sería un incipiente aviso del grado de violencia que le esperaría al lado del hombre con el que cuatro años después se casó, tras enterarse de su primer embarazo.
«Al inicio de nuestra relación él era un poco intenso, me rompía los teléfonos, me rompía mis chips, y empezaron como los maltratos hacía mí, eso era en la etapa de cuando éramos novios», manifestó Abigail. Después de la boda, Abi se fue a vivir a casa de sus suegros, en Pedro Escobedo; este lugar sería el único que conocería por ocho años, ya que tenía prohibido salir a la calle, incluso para recoger a sus hijos de la escuela.