📸Fotos| María Díaz
Juan Mendoza Barrón, artesano originario del pueblo de Villa Progreso, Ezequiel Montes, aprendió a trabajar con el ixtle desde que tenía 5 años: En su familia este oficio se ha consolidado a través de 4 generaciones. Sus hijos, quienes representan la cuarta generación en la actualidad, han continuado con el legado a través de la realización de diversas artesanías, bajo el nombre del negocio familiar: “Ixartte”.
“Antes no nos llamaban artesanos, nos llamaban jarcieros, pura jarza de los mecates”, expresó Juan Mendoza, quién en la actualidad tiene 89 años de edad. Empezó a adentrarse en el trabajo del ixtle desde que tenía 5 años, oficio que le fue heredado por sus padres y abuelos. Comenzó haciendo lazos únicamente, pero con el tiempo fue puliendo su trabajo y, a partir de los 10 a 15 años, ya trabajaba a la perfección el oficio. “Fui trabajando hasta que Dios me dio licencia. Ahorita ya no puedo”, expresó con nostalgia Don Juan. En la actualidad aún realiza muy pocas reatas y canastas al día, con el esfuerzo de mantenerse activo en el oficio familiar.
Echar el lazo
Cuando cumplió 25 años se con casó con Cecilia Guzmán, quien también desde pequeña sus padres le inculcaron el oficio del ixtle, por su parte ella comenzó a trabajarlo desde los 11 años. Ambos, ya en matrimonio, para poder sostener a su familia trabajaban con el ixtle mutuamente. Don Juan iba a vender lazos a Tequisquiapan, San Juan del Río, estado de México e Hidalgo. “Entre yo y mi señora hacíamos 4 o 5 manojos, de cada manojo eran 36 lazos al día”, detalló Juan, quien a su vez señaló que era un trabajo pesado.
De cara al nuevo milenio
En la década de los 90 aproximadamente disminuyó un porcentaje considerable las ventas de Juan y de los demás productores de la región, debido a la introducción al mercado de la jarcería de plástico, desplazando los mecates de ixtle por los de plástico. Tiempo después en idea de innovar y mantener en crecimiento el negocio familiar los hijos de don Juan tomaron clases con una maestra que les enseñó a elaborar artesanías a partir de la fibra del maguey, añadiendo colores a las piezas que iban creando, para así diversificar su catálogo de productos: piñatas, bolsas, muñecas, adornos, nacimientos, piezas, esferas, entre otros.
Tradición familiar
Hoy en día, la mayor parte del negocio familiar es manejado por la cuarta generación de artesanos: los hijos de Cecilia Guzmán y Juan Mendoza. Por su parte, Aurelia Mendoza Guzmán, su hija, comparte lo relevante e importante que es preservar el legado familiar del ixtle, que representa orgullo e identidad, incluso para todo el pueblo de Villa Progreso.
Señaló que se le debe poner énfasis en seguir fomentándolo para que no se pierda en las futuras generaciones. “Es bonito que te reconocen tu trabajo, como familia darle ese respeto, ese reconocimiento a este trabajo, y no nada más a nosotros, sino al pueblo, y aparte a nuestros abuelos, bisabuelos”, enfatizó Aurelia.