La abogada Mónica Huerta Muñoz explicó que aún el agresor puede interponer una apelación, por lo que existe la posibilidad de que no vaya a prisión de forma inmediata
Se impuso una pena de 10 años y seis meses de prisión, así como el pago de una multa de más de $115 mil pesos, y más de $2 millones de pesos por la reparación del daño al agresor de Balam, Athos y Tango, perros rescatistas de la Cruz Roja, quienes fueron envenenados con unas salchichas en junio del 2021. Después de varios días de audiencia, y tras declararse culpable al imputado por delitos contra los animales, fue que la jueza impuso de sentencia tanto un pago económico como la prisión.
Sin embargo, la abogada Mónica Huerta Muñoz explicó que aún el agresor puede interponer una apelación, por lo que existe la posibilidad de que no vaya a prisión de forma inmediata. Huerta Muñoz, acompañada de activistas, celebró que hoy se hizo justicia para los caninos, además de que, dijo, el pronunciamiento de la jueza emite un mensaje importante a la sociedad de que el maltrato a los animales es una pérdida irreparable, al ser miembros de la familia, estar al servicio de la comunidad y laborar en el rescate de vidas humanas.
“El precedente es muy importante, por lo menos en nuestro estado es el primer juicio de maltrato animal, la primera sentencia que logramos con pena privativa de maltrato animal, de acuerdo a nuestro código, es muy importante porque a partir de aquí podemos ir caminando junto con los demás casos que tenemos ya judicializados e incluso que puede generar una cultura de prevención, una cultura de sanción para que no se sigan replicando los casos de maltrato y crueldad animal”, manifestó Mónica Huerta Muñoz.
Edgar Martínez, entrenador de los canes, celebró que con este proceso se hará justicia para más animales y es punta de lanza en contra del maltrato en el estado. Además, reconoció estar «tranquilo» con los resultados.
Este caso de maltrato animal, se trata del primero en Querétaro que llega a una instancia penal. Durante el juicio, trascendió que el agresor de los perritos, fue un vecino de su entrenador Edgar en la colonia Panamericano, y quien incluso, le mencionó a una de las vecinas que estaba molesto por los problemas de higiene que podrían acarrear los perritos, y que eso se resolvería matándolos.
Incluso, con anterioridad, le había preguntado al entrenador cuál era su sistema de recompensa, y que coincidía con que se les entregaban salchichas. Cabe recordar que, durante el juicio, la jueza determinó que este se trató de un caso de «sumamente cruel y doloroso» de maltrato animal.